No importa si tengo los ojos abiertos o cerrados, puedo imaginar un departamento antiguo en un edificio bajo. El departamento es blanco completamente, el piso está vitrificado y tiene un balcón lleno de plantas floreadas y colgantes y de una colección de cactus. La cocina es americana, pero no importa, no cocino mucho. Los imanes del refrigerador son bonitos, los compré en Gato-Pez. En el living está mi taller soleado, un escritorio con un iMac, muchos libros en una estantería; muchas fotografías hechas por mí y compradas... y también muchas ilustraciones enmarcadas. También lápices, porque ya aprendí a dibujar. Pero todo es ordenado. Hay un sillón. O quizás hay dos sillones. La verdad es que no me gustan los comedores, así que el espacio living-comedor, para mí es living-taller. Hay una tv y debajo muchas películas. En la cocina, mi colección de tazones... y también copas para servir tequila a los invitados. Sí, en mi sueño hay una botella de tequila. Mi pieza tiene una cama antigua de dos plazas, con los veladores que he restaurado. No sé nada más de ella, salvo que tiene un tocador... y un baño en suite... pero no la quiero más grande, más grande sería más desorden. En algún lado hay una casita de muñecas de madera donde pongo algunas cosas. En un mueble están mis cuatro muñecas estacionarias: Valentina, Coneja, Arandita y Magdalena. No puedo imaginar una pieza de invitados. Pero si hay, sólo que no he entrado aún. Algunos fines de semana voy a ver a mi mamá, otros a mi abuela, y con frecuencia las invito a mi "casa", a que se queden en esas piezas imaginarias (que aún no imagino). También invito a mis amigos, casi todos nuevos... y a los verdaderos... a los viejos... a los que quedan.
Ese es mi departamento en Santiago. Pero Santiago no es mi único sueño, sólo es un paso, y aún no sé qué hacer con la soledad que imagino en esa ciudad.
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