Envío el último mensaje desde la estación que une al metro con el terminal. El penúltimo de la conversación también lo envié yo hace dos días.
He estado esperando mucho, mucho tiempo. Decido esperar hasta las 22:00 antes de darme por vencida... pero nada...
Son las 21:59 y me paro ante dos puertas pequeñas para salir. El teléfono no suena, no vibra... no se prende ninguna luz.
- Responde, respóndeme por favor- pienso.
Luego cruzo.
La fila para confirmar el pasaje está vacía. El bus sale en 8 minutos.
(Me siento y) espero que me responda antes de irme de Santiago.
Pero nada.
(Buscando un cuento que alguna vez envié al Santiago en 100 palabras, encontré este en alguna libreta olvidada por ahí)
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