Estaba en un barrio acomodado con muchos árboles, probablemente en Santiago y andaba en bicicleta. Pero después aparecía empacando a una familia adinerada. Su auto se quedaba en pana en un jardín y yo comenzaba a demorarme, y también comenzaba a enamorarme de su hija. El auto estaba afuera de una tienda de joyas de una amiga y yo sacaba tres prendedores y tres collares para ella. Ella prometía pagarlos apenas llegara su padre con un mecánico al lugar. Nos enamorábamos. Y yo me demoraba más y más en empacar y en cambiar las cosas de auto. Hasta que al fin terminé. Dejaba mi mochila a su cuidado y también las joyas y entraba a la tienda, le pedía a mi amiga una boleta para poder vendérselos. Yo me probaba un collar hermoso de plumas azul marino y negras, y comenzaba a insistir por él. Mi amiga me pedía que le trajera las joyas para que las viera y recordara el valor, que me apurara, que ya estaba a punto de cerrar, y cuando salía ya no había nada. Sólo mi bicicleta amarrada a un árbol y mi vieja mochila negra. Mi amiga, como sabiendo lo que iba a pasar comienza a caminar conmigo retándome levemente. De pronto en un bolsillo de la mochila encuentro el dinero que creía que también me habían robado. Alguien toca mi espalda, es ella... que se había convertido en hombre, lo beso y me devuelve los cristales dándome una explicación... los cristales se deshacen en mi mano ante el desprecio de mis amigas.
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