domingo, 28 de abril de 2013

Porqué yo digo NO AL MALL BARON

Puede ver el documental completo en Vimeo.

Aunque yo no soy porteña ni de nacimiento ni de corazón (mi corazón creció a 30 minutos), aprendí a caminar en el cerro Larraín y pasé buena parte de mi vida en la casa de mi abuela jugando con mis amiguitas (que si eran del puerto), y durmiendo bajo un plástico lleno del polvo de las termitas y maderas roídas por los ratones. Por eso me siento una espectadora cercana de Valparaíso, una turista viñamarina que lleva demasiados años turisteando en el mismo lugar, y que por su historial de visitas, repartidos desde 1991, puede maravillarse o desilusionarse de una ciudad que ha ido cambiando con el tiempo, y no todos los cambios son sinónimos de progreso.

Valparaíso es una ciudad maravillosa, pero sus autoridades han sido decepcionantes porque no han podido ver esta maravilla, o porque seguramente las cantidades de dinero han sido más grandiosas aún. Y es que como siempre, todo tiene que ver con el dinero, pues Valparaíso tiene una municipalidad pobre, y los permisos para edificar pasan por esta. Es así como la "muni" va ganando mientras van brotando edificios en lugares donde antes habían casas. Casas bonitas y graciosas, casas que daban la personalidad al puerto, pues sabemos que Valparaíso es patrimonio de la humanidad, pero ese patrimonio no sólo se constituye de edificaciones o barrios de valor, sino también de sus pequeños hogares y negocios. Y sobretodo de las casas que cuelgan de sus 42 cerros, pues es ahí donde últimamente han puesto el ojo las constructoras.

Pero bueno, si bien soy una fiel detractora de los edificios (sobretodo de los edificios altos), pues me parecen el fiel retrato del sistema neoliberal, donde el que tiene más dinero paga por el departamento más arriba, que también tiene mejor vista y que también tapa la vista y el sol a las pequeñas casas que por años, y ya siglos, llevan construyéndose y reconstruyéndose sobre los mismos sitios, yo venía a hablar del mall (jajaja).

En la vida sólo he ido dos veces a San Antonio, una cuando tenía unos 11 o 12 años, y la otra el año pasado. Cuando fui el año pasado me sorprendí con un mall en plena bahía de la ciudad. Un mall y un paseo que desencajaban completamente con la ciudad. Un mall que yo no querría que viniera a Valparaíso, primero porque los malls son edificios grandes y pesados, son un bloque de vidrio y concreto que en nada combinarían con la arquitectura victoriana o neoclásica del casco histórico, o con las casitas de latón de los cerros, y que por mucho que pusieran vidrios del color del mar y del atardecer (celestes y anaranjados), como en el ridículo mall de San Antonio, el mar es el mar, y los atardeceres son los atardeceres, y eso simplemente no se compra, no se vende y por sobretodo, se comparten.

También creo que el mall sería egoísta, pues acapararía la visión en un patio de comidas y un paseo de fierro, concreto blanco y kioskos de madera. Paseo donde la gente se acercaría para ver el horizonte, donde a la gente le daría sed y hambre y acudiría al dichoso mall (porque estaría más cerca) y a las mismas tiendas que están repartidas por el mundo ganando millones en un día. Por eso a veces no creo en el libre albedrío que se le da en el libre mercado, pues simplemente a veces nos comportamos como ovejas; ovejas que van al mall porque todo es más fácil y todo está más cerca ahí. Y porque creo que Valparaíso es una ciudad que hay que salvar.

Desde mi mirada de turista, Viña ya fue tristemente destruido. Las maravillosas casonas del centro, de la aristocracia viñamarina han sido barridas con crueldad. En Viña no hay una gran concentración de tiendas de diseñadores independientes ni tiendas históricas, como lo hay en Valparaíso, pues en Viña hay un mall que acapara la atención para las navidades y los cumpleaños. Hay un mall donde toda la gente puede ir y vestirse igual, y ver las mismas películas y comer la misma comida una y otra vez como el alimento envasado que puedes comprar en el supermercado. Y como anoche me dijo una amiga, "en la sorpresa está la magia". Pero Viña ya no es sorprendente para los turistas, por algo sólo vienen santiaguinos y argentinos a ocupar nuestras playas durante el verano. ¿Pero en invierno?. La ciudad está muerta. En Valparaíso puedes ver cabezas rubias u ojos achinados todo el año, porque Valparaíso vive en muchas cosas, pero es pobre porque las mismas autoridades no han sabido sacar provecho a tanta cabeza rubia y ojo chino. A tanto turista que paga $150.000 o más por pasar una noche en el puerto, una noche normal, no una noche de año nuevo (es que sí, he tenido la oportunidad de entrar a esos hoteles y ver el listado de precios). Y no, nunca he visto a un turista gringo, europeo o asiático paseando por el mall o sentado en el Mc Donald's. Es que si vas a venir al mall o al Mc Donald's mejor te quedas en tu país. Por lo tanto, el mall será para los porteños y sus visitantes cercanos, y aunque ya haya sido aprobado, está en nuestras manos hacer fracasar ese proyecto, y si usted cree que como consumidores y ciudadanos no tenemos el suficiente poder, vea lo que pasó en Bolivia con McD. Seamos un escuadrón de hormigas, pues en la ley de la selva nadie usa raid.



Fotografías © Barbara Ortiz.

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